PRESENTACIÓN

PRESENTACIÓN
Correr hacia el entramado subrepticio y ahondar. Urdir en la caladura profunda de las ventanas, coronar los tejados, conquistar las cornisas y diletar en los asfaltos. Entregar, ceder las vísceras, los sentidos y andar en auto, gemir en auto, chorrear intestinas causas motoras hacia un mismo lecho y no frenar. Mirar los rostros, el trazo, el vértice y desfigurar ubicuas las curvas. Inspirar el hedor, el solitario laberinto, el silencio fétido y los alcantarillados. Brotar en un río de estiércol, ungir de mierda las veredas y descreer de los zapatos. Marchar al cruce aglomerado y repentino de las esquinas y aguardar… amarillo… verde… la noche.

CONTENIDO POR TEMA

El sentido del viaje


Preámbulo

Entiéndase un ambiente ni amplio ni estrecho, el tamaño ideal para albergar a los cinco personajes y, tal vez, a un sexto que por lo pronto no aparecerá. Este ámbito bien podría ser un camarote de tren. ¿El destino de ese tren? Dependiendo de nuestro intérprete, quizás arribemos a un momento decisivo.

Desarrollo

El Sr. Clemente Isaías Levi y su hija Sara a un lado, el joven José Luis Echeverría al otro y, tras la ventanilla, el paisaje cambiante. Es la tarde de cualquier día y el sol se encuentra a pleno. Junto al joven Echeverría, el paquete.
    
Sr. Levi – En primera instancia Sarita, esta situación es por mucho muy incómoda.
Sara  Por qué te preocupas tanto papá, la historia ha comenzado con nosotros, eso debe significar algo.
Sr. Levi – No te confíes hija,  los escritores de hoy en día toman caminos insospechados en sus relatos.
Luis Echeverría – Perdonen que interrumpa... – El Sr. Levi gira su cabeza  sorprendiéndose de la existencia de Luis, entonces, restablece su habitual sonrisa bonachona.
Sr. Levi – Faltaba más muchacho, anda, di lo que tengas que decir, que todo resulta esclarecedor al comenzar un relato.
Luis Echeverría – Es probable que la historia trate  de mí y de su hija, sin entrar en suspicacias,  verá que somos los únicos jóvenes aquí y...
Sara – Atrevido – La muchacha se ruboriza acaloradamente – Deje ya esas insinuaciones. Figúrese que, si fuéramos nosotros los protagonistas, nuestro romance comenzaría con flirteos disimulados de antipatías – Queda callada un momento – ¡Oh padre, esto es terrible! – Abrazando al  Sr. Levi solloza en su hombro.
Sr. Levi – Pero Sarita, no llores hija, siempre sacas conclusiones anticipadas – Palmea su espalda brindándole ánimos – Además, es sabido que faltan otros personajes, dos más al menos, quizás entre ellos esté el principal y todos nosotros seamos secundarios.
Luis Echeverría – Tiene razón su padre – Especulando tímidamente – A lo mejor el protagonista sea un hombre más interesante que yo,  alguno de mayor carácter, de encantos más descollantes.
Sara – Buaahh – Estalla en llanto – Es el personaje sensible, te das cuenta papá, la chica siempre termina con el personaje sensible. Esto es injusto, él no me gusta.
Sr. Levi – Estás  tomando esto en forma infantil, no es posible que un romance empiece así de mal encarado. Además, aunque insinuante, nunca comienza tan explícito – El camarote queda en silencio. Sara seca sus lágrimas y Luis mira por la ventanilla resintiendo el rechazo – Pero bueno, arriba ese ánimo. Mira que descorteces hemos sido Sarita, ni siquiera nos hemos presentado – Sara mira a su padre con incomodidad, luego hacia Luis.
Sara – Sara Levi, encantada – Se esgrime una mueca en su cara.
Luis Echeverría – Luis Echeverría señorita, para servirle.
Sr. Levi – Y yo soy, como te habrás dado cuenta, el padre de Sara. Pero dinos más de ti, muchacho, tal vez atemos algunos cabos.
Luis Echeverría -  Soy estudiante de derecho y, por lo que sé, vuelvo a casa hasta que se reanuden las clases.
Sr. Levi – Yo soy comerciante, vendo telas  y presupongo que este debe ser un viaje de negocios. Sarita me acompaña a todas partes, su madre ya no está con nosotros. ¿Tú sabes por qué, hijita? La verdad es que eso escapa a mi conocimiento.
Sara – Eres viudo, papá. Lo eres desde que yo soy niña – Exclama con fastidio. Entonces se abre la puerta del camarote.

Entra en escena el comisario inspector Leopoldo Argaña y posteriormente, dadas las condiciones en el relato, hará su aparición la señora Etelvina Fernández de Iriarte.

Inspector Argaña – Disculpen la intromisión, pero en esta parte de la historia se supone que yo entre en el camarote –  Con caballerosidad toma su morrión, saluda a la joven  y posteriormente al resto de la concurrencia.
Sr. Levi – No se preocupe caballero, el diálogo no estaba siendo mayormente productivo y la inclusión de un nuevo personaje se volvía inevitable – Con la mirada señala el espacio junto a Luis donde el inspector acaba por mover el paquete y sentarse – Isaías Levi, mucho gusto.
Inspector Argaña – Comisario inspector Leopoldo Argaña, a su servicio.
Sara – ¿Y hay alguna señora Argaña? – Con modesto refinamiento.
Sr. Levi – ¡Pero hija, por Dios! ¿Qué clase de pregunta es ésa? ¿Qué va a pensar el inspector?
Sara – Pero Papá, no voy a resignarme con un estudiante habiendo un comisario inspector en la historia – Musita entre dientes ante la mirada severa de su padre.
Luis Echeverría – Disculpe Inspector, sé que no debe entender muy bien. Parece que la señorita Levi cree ser la protagonista de la historia y eso le presume un romance de por medio.  
Inspector Argaña – Hasta donde sé estoy bien casado y el motivo de mi presencia aquí está muy lejos del galanteo. Se trata de un asunto de extrema seriedad.
Sr. Levi – Hable inspector, que parece ser el momento de un giro insospechado en el relato.
Inspector Argaña – Un asesinato – La cara de los presentes se turba.
Luis Echeverría – Entonces se trata de un cuento de misterio – Reflexiona en voz alta –  En cuyo caso el inspector debe ser el principal personaje involucrado en la resolución del crimen.
Inspector Argaña  Sepa que no ha ocurrido aún crimen alguno.
Sr. Levi – Acaba de decir que se encuentra en el tren a causa de un asesinato, acaso nos esta tomando el pelo.
Inspector Argaña – Claro que no caballero, sepa que soy un agente del orden respetable y dedicado, así que cuide sus modos.
Sr. Levi – Disculpe oficial, no fue mi intención ofenderlo; por favor, aclárenos este enredo por la buena salud de la historia.
Inspector Argaña – Recibimos una nota en la delegación donde se nos advertía de la intención del crimen – Saca un papel de su bolsillo que alcanza al Sr. Levi. Éste lo lee y se lo pasa al joven Echeverría.
Luis Echeverría – Parece que será en este vagón.
Inspector Argaña – Para mayor suspicacia son ustedes los únicos pasajeros del furgón.
Sara – Buaahh – Se abraza a su padre – No quiero morir, papá. Seguro seré yo.  Mi personaje es terrible, a nadie le gustan los personajes inmaduros y frívolos.
Sr. Levi – Hija no eres frívola – Sara mira a su padre – Un poco malcriada tal vez, pero eso no significa que alguien te quiera muerta.
Luis Echeverría – Tiene razón, nadie escribiría una historia para matar a un personaje como el suyo señorita.
Sr. Levi – Bueno basta, nadie va ser asesinado aquí.
Inspector Argaña – En eso coincido con el Sr. Levi, además, no encuentro posible una circunstancia en la que alguno de ustedes desaparezca o sea ultimado frente a los demás – Terminado de decir esto el tren ingresa a un túnel sumiendo el compartimiento en la máxima oscuridad.
Sara - ¡Papá! – Un grito histérico.
Sr. Levi – Aquí estoy hijita, no grites.
Luis Echeverría – ¿Esta bien señorita?
Sara – Suelte degenerado, atrevido. Papá, me quiere asesinar.
Sr. Levi – Cálmate Sarita, no seas dramática. Y usted joven no sea aprovechado.
Luis Echeverría – Sólo trataba de ser cortés. ¿Y el inspector Argaña? – Se escucha la puerta del camarote abrirse violentamente. Sara pega un alarido al tiempo que el tren sale del túnel dejándola expuesta en gesto sobre actuado.
Sr. Levi – El Inspector ha desaparecido. Ya sospechaba que la trama iba a complicarse –  Acto seguido aparece un enorme  sombrero de tul por la puerta.
Etelvina Fernández – Disculpen: ¿Han visto por casualidad al comisario inspector? 
Luis Echeverría – En realidad acaba de desaparecer – La mujer se queda en la entrada en silencio observando la cara desencajada de todos.
Sr. Levi – Clemente Isaías Levi, mucho gusto. Creemos que el inspector ha desaparecido como parte de una trama intrigante para asesinar a alguien en este camarote.
Etelvina Fernández – Oh bien, no esperaba eso... Etelvina Fernández de Iriarte, Etel para abreviar – Extendiendo la mano al Sr. Levi.
Sr. Levi – Mucho gusto Etel, esta es mi hija Sara.
Sara – Encantada, Madame.
Luis Echeverría – Luis Echeverría, señora – Un movimiento de cabeza – Pero pase por favor... Aunque pensándolo bien eso la convertiría en una victima potencial.
Etelvina Fernández – Yo ya he dejado de victimizarme hace tiempo joven – Luis la mira con desconcierto.
Luis Echeverría – Bueno... Sí, lo  que usted diga – La señora Fernández se sienta y con sonriente liviandad mira al resto.
Etelvina Fernández – Así que un asesinato... ¿Eso en qué posición deja a mi personaje?
Sr. Levi – Aparentemente, estimada señora...
Etelvina Fernández – Etel por favor, Etel para abreviar – Interrumpe.
Sr. Levi – Claro, claro. Le decía Etel que esta historia va tomando ribetes indescifrables, ni siquiera hemos podido encontrar un personaje principal. Aunque atento a la trama presente, parecería que todos aquí en alguna medida tendríamos un protagonismo, aunque no significativo, necesario.
Sara – ¿Y por qué está usted aquí Etel? Cualquier dato nos ayudaría.
Etelvina Fernández – En realidad estoy en un viaje de placer con mi esposo.
Luis Echeverría – ¡Su esposo! Pero ya no hay cabida para más personajes.
Etelvina Fernández – Bueno, bueno muchacho, no se exalte. Si le consuela, sabrá  que él ha desaparecido – La señora Iriarte gimotea.
Sara – Será insensible, señor Echeverría –  Se acerca a la señora Fernández y le ofrece su pañuelo – Tome querida no se preocupe, seguramente no es nada.
Etelvina Fernández – Estábamos en el carro comedor con Amador, porque ese es su nombre, luego fue hasta el baño y nunca regresó –  Lloriquea. Luis palmea su hombro en sentido indulgente – Gracias muchacho. Así que pregunté  y me dijeron que había un comisario inspector en este vagón, pero parece que todo el mundo desaparece en el tren.
Inspector Argaña – Disculpen ... – Todos quedan impresionados ante su súbita aparición.
Sr. Levi – ¡Inspector! ¿Dónde se había ido, por Dios?
Inspector Argaña – Fui a revisar el pasillo. Me pareció que era adecuado acentuar la incertidumbre en ese momento de la narración.
Luis Echeverría – De eso no cabe duda. Le presento a la señora Fernández de Iriarte. Su marido ha desaparecido.
Etelvina Fernández – Puede llamarme Etel, para abreviar sabe – Una gentil sonrisa.
Inspector Argaña - ¿Cómo que ha desaparecido? ¿Cuántos personajes son?
Sr Levi – El marido de la señora... De Etel, sólo es un personaje de mención, en realidad no va aparecer.
Etelvina Fernández  – ¡Qué está diciendo! – Etelvina se consterna ante los dichos.
Sara – Cálmese Etel, lo que mi padre quiere decir es que su esposo no va sumarse como personaje activo, sólo es un personaje de mención argumental.
Inspector Argaña – Pues yo ya no entiendo nada – Atina a sentarse y levanta el paquete que está junto al joven Echeverría – Por qué no pone esto en el maletero así no estorba.
Luis Echeverría – Como quiera, pero ese paquete no es mío – El Inspector mira al Sr. Levi.
Sr. Levi – Nuestro tampoco inspector – Luis se detiene con la puertita del maletero a medio abrir.
Luis Echeverría – Al comenzar el relato ya estaba ahí.
Etelvina Fernández – Tal vez sea una pista.
Sr Levi – Podría tratarse sólo de una treta para promover el ritmo de la narración – Sara lo observa.
Sara – A mí me parece un simple paquetito. Por qué no lo abren y ya – Luis suelta la puerta del maletero sin terminar de abrirlo y le da el paquete al inspector.
Luis Echeverría – Ella tiene razón. Ábralo inspector, las cosas no pueden resultar más confusas – El inspector toma el paquete y lo desenvuelve. Es una caja, dentro un sobre cerrado con un mensaje en el dorso.
Etelvina Fernández – ¿Qué dice la carta inspector?
Inspector Argaña – Dice: “ Dentro de este sobre se haya el desenlace de la historia y el nombre de la persona que será asesinada en ella” – El inspector queda observándolos a todo esperando una reacción.
Sr. Levi – Bueno... eso sí complica las cosas – Se queda cavilando un momento – Lo mejor será prevenirnos entonces.
Luis Echeverría – No, no lo abran. Si no lo abren nadie morirá – Se exalta con el descubrimiento de una idea.
Sara – No entiendo que quiere decir.
Luis Echeverría – Si la abrimos y  figura alguno de nuestros nombres tendrá que haber obligadamente un crimen. Pero... – Poniéndose solemne  – Si no lo abrimos, el autor se queda sin el recurso principal para una resolución.
Etelvina Fernández – ¿Y mi esposo? ¿Qué será de él?
Inspector Argaña – Ella tiene razón ¿Qué hay de su marido? ¿Y la nota en la delegación? No tiene el menor sentido.
Luis Echeverría – No lo entienden. Todo es una farsa. Si alguno de nosotros debiera morir, yo no diría esto. Nos han querido despistar del verdadero desenlace. Porque nosotros hemos tenido siempre la posibilidad de decidir.
Sara – Te das cuenta papá...  él es el protagonista – Reniega disidente por el reparto de roles – Lo sospeché, los callados siempre terminan descubriendo los misterios.
Sr. Levi – Pero Sarita, ya déjate de esas tonterías que aquí estamos resolviéndonos entre la vida y la muerte.
Etelvina Fernández  ¿Y mi marido? ¿No va aparecer antes del desenlace?
Luis Echeverría – Lo siento Etel  – Ella sonríe resignada.
Inspector Argaña – Entonces todo ha sido una excusa para traernos hasta esta situación. No habrá crimen alguno.
Luis Echeverría – Yo no dije que no haya crimen, sólo digo que no tenemos que ser los personajes afectados.
Sr. Levi – ¿Qué sugiere que hagamos con el sobre, muchacho?
Luis Echeverría -  Dejarlo allí donde estaba hasta concluir nuestro viaje. Con seguridad ya se debe estar resolviendo forzadamente otro final para la historia, uno que no incluya el asesinato de alguno de nosotros.
Sr. Levi – Entonces... hasta llegar.
Inspector Argaña – O hasta que el muerto aparezca.
Sara – Que cosas dice inspector – Una carcajada general.

Desenlace

Un joven autor redacta el final de una historia sobre un tren que nunca se detendrá, junto a él una caja donde después piensa colocar un sobre. En la hoja donde escribe se lee: “El autor ya ha decidido la paradoja como única alternativa, aunque la condena de sus actores a un viaje eterno, lo condene a él mismo como protagonista. Entonces, un joven autor redacta el final de una historia sobre un tren que nunca se detendrá, junto a él una caja donde después piensa colocar un sobre. Luego, un camarote aún sin pasajeros y un mensaje intrigante. La presencia de un asesino escabulléndose en las sombras y el letargo natural de la víctima resignada al desenlace. El brillo metálico de una navaja y, finalmente, un homicidio.
En un compartimiento de tren, en algún lugar entre sus destinos y el comienzo de un cuento, cinco personajes resuelven un misterio. Próximo a ellos, un maletero, y en él, el sonriente cadáver de un escritor. ”
     



                                                                                                                                                                        FIN

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