Preámbulo
Entiéndase un ambiente ni
amplio ni estrecho, el tamaño ideal para albergar a los cinco personajes y, tal
vez, a un sexto que por lo pronto no aparecerá. Este ámbito bien podría ser un
camarote de tren. ¿El destino de ese tren? Dependiendo de nuestro intérprete,
quizás arribemos a un momento decisivo.
Desarrollo
El Sr. Clemente Isaías Levi y
su hija Sara a un lado, el joven José Luis Echeverría al otro y, tras la
ventanilla, el paisaje cambiante. Es la tarde de cualquier día y el sol se
encuentra a pleno. Junto al joven Echeverría, el paquete.
Sr. Levi – En primera instancia Sarita, esta situación es por
mucho muy incómoda.
Sara – Por qué te
preocupas tanto papá, la historia ha comenzado con nosotros, eso debe significar
algo.
Sr. Levi – No te confíes hija,
los escritores de hoy en día toman caminos insospechados en sus relatos.
Luis Echeverría – Perdonen que interrumpa... – El Sr. Levi gira su
cabeza sorprendiéndose de la existencia
de Luis, entonces, restablece su habitual sonrisa bonachona.
Sr. Levi – Faltaba más muchacho, anda, di lo que tengas que
decir, que todo resulta esclarecedor al comenzar un relato.
Luis Echeverría – Es probable que la historia trate de mí y de su hija, sin entrar en
suspicacias, verá que somos los únicos
jóvenes aquí y...
Sara – Atrevido – La muchacha se ruboriza acaloradamente –
Deje ya esas insinuaciones. Figúrese que, si fuéramos nosotros los
protagonistas, nuestro romance comenzaría con flirteos disimulados de
antipatías – Queda callada un momento – ¡Oh padre, esto es terrible! –
Abrazando al Sr. Levi solloza en su
hombro.
Sr. Levi – Pero Sarita, no llores hija, siempre sacas
conclusiones anticipadas – Palmea su espalda brindándole ánimos – Además, es
sabido que faltan otros personajes, dos más al menos, quizás entre ellos esté
el principal y todos nosotros seamos secundarios.
Luis Echeverría – Tiene razón su padre – Especulando tímidamente – A
lo mejor el protagonista sea un hombre más interesante que yo, alguno de mayor carácter, de encantos más
descollantes.
Sara – Buaahh – Estalla en llanto – Es el personaje
sensible, te das cuenta papá, la chica siempre termina con el personaje
sensible. Esto es injusto, él no me gusta.
Sr. Levi – Estás
tomando esto en forma infantil, no es posible que un romance empiece así
de mal encarado. Además, aunque insinuante, nunca comienza tan explícito – El
camarote queda en silencio. Sara seca sus lágrimas y Luis mira por la
ventanilla resintiendo el rechazo – Pero bueno, arriba ese ánimo. Mira que
descorteces hemos sido Sarita, ni siquiera nos hemos presentado – Sara mira a
su padre con incomodidad, luego hacia Luis.
Sara – Sara Levi, encantada – Se esgrime una mueca en su
cara.
Luis Echeverría – Luis Echeverría señorita, para servirle.
Sr. Levi – Y yo soy, como te habrás dado cuenta, el padre de
Sara. Pero dinos más de ti, muchacho, tal vez atemos algunos cabos.
Luis Echeverría - Soy
estudiante de derecho y, por lo que sé, vuelvo a casa hasta que se reanuden las
clases.
Sr. Levi – Yo soy comerciante, vendo telas y presupongo que este debe ser un viaje de
negocios. Sarita me acompaña a todas partes, su madre ya no está con nosotros.
¿Tú sabes por qué, hijita? La verdad es que eso escapa a mi conocimiento.
Sara – Eres viudo, papá. Lo eres desde que yo soy niña –
Exclama con fastidio. Entonces se abre la puerta del camarote.
Entra en escena el comisario
inspector Leopoldo Argaña y posteriormente, dadas las condiciones en el relato,
hará su aparición la señora Etelvina Fernández de Iriarte.
Inspector Argaña – Disculpen la intromisión, pero en esta parte de la
historia se supone que yo entre en el camarote – Con caballerosidad toma su morrión, saluda a
la joven y posteriormente al resto de la
concurrencia.
Sr. Levi – No se preocupe caballero, el diálogo no estaba
siendo mayormente productivo y la inclusión de un nuevo personaje se volvía
inevitable – Con la mirada señala el espacio junto a Luis donde el inspector
acaba por mover el paquete y sentarse – Isaías Levi, mucho gusto.
Inspector Argaña – Comisario inspector Leopoldo Argaña, a su servicio.
Sara – ¿Y hay alguna señora Argaña? – Con modesto
refinamiento.
Sr. Levi – ¡Pero hija, por Dios! ¿Qué clase de pregunta es ésa?
¿Qué va a pensar el inspector?
Sara – Pero Papá, no voy a resignarme con un estudiante
habiendo un comisario inspector en la historia – Musita entre dientes ante la
mirada severa de su padre.
Luis Echeverría – Disculpe Inspector, sé que no debe entender muy
bien. Parece que la señorita Levi cree ser la protagonista de la historia y eso
le presume un romance de por medio.
Inspector Argaña – Hasta donde sé estoy bien casado y el motivo de mi
presencia aquí está muy lejos del galanteo. Se trata de un asunto de extrema
seriedad.
Sr. Levi – Hable inspector, que parece ser el momento de un
giro insospechado en el relato.
Inspector Argaña – Un asesinato – La cara de los presentes se turba.
Luis Echeverría – Entonces se trata de un cuento de misterio –
Reflexiona en voz alta – En cuyo caso el
inspector debe ser el principal personaje involucrado en la resolución del
crimen.
Inspector Argaña – Sepa que no
ha ocurrido aún crimen alguno.
Sr. Levi – Acaba de decir que se encuentra en el tren a causa
de un asesinato, acaso nos esta tomando el pelo.
Inspector Argaña – Claro que no caballero, sepa que soy un agente del
orden respetable y dedicado, así que cuide sus modos.
Sr. Levi – Disculpe oficial, no fue mi intención ofenderlo;
por favor, aclárenos este enredo por la buena salud de la historia.
Inspector Argaña – Recibimos una nota en la delegación donde se nos
advertía de la intención del crimen – Saca un papel de su bolsillo que alcanza
al Sr. Levi. Éste lo lee y se lo pasa al joven Echeverría.
Luis Echeverría – Parece que será en este vagón.
Inspector Argaña – Para mayor suspicacia son ustedes los únicos
pasajeros del furgón.
Sara – Buaahh – Se abraza a su padre – No quiero morir,
papá. Seguro seré yo. Mi personaje es
terrible, a nadie le gustan los personajes inmaduros y frívolos.
Sr. Levi – Hija no eres frívola – Sara mira a su padre – Un
poco malcriada tal vez, pero eso no significa que alguien te quiera muerta.
Luis Echeverría – Tiene razón, nadie escribiría una historia para
matar a un personaje como el suyo señorita.
Sr. Levi – Bueno basta, nadie va ser asesinado aquí.
Inspector Argaña – En eso coincido con el Sr. Levi, además, no
encuentro posible una circunstancia en la que alguno de ustedes desaparezca o
sea ultimado frente a los demás – Terminado de decir esto el tren ingresa a un
túnel sumiendo el compartimiento en la máxima oscuridad.
Sara - ¡Papá! – Un grito histérico.
Sr. Levi – Aquí estoy hijita, no grites.
Luis Echeverría – ¿Esta bien señorita?
Sara – Suelte degenerado, atrevido. Papá, me quiere
asesinar.
Sr. Levi – Cálmate Sarita, no seas dramática. Y usted joven no
sea aprovechado.
Luis Echeverría – Sólo trataba de ser cortés. ¿Y el inspector Argaña?
– Se escucha la puerta del camarote abrirse violentamente. Sara pega un alarido
al tiempo que el tren sale del túnel dejándola expuesta en gesto sobre actuado.
Sr. Levi – El Inspector ha desaparecido. Ya sospechaba que la
trama iba a complicarse – Acto seguido
aparece un enorme sombrero de tul por la
puerta.
Etelvina Fernández – Disculpen: ¿Han visto por casualidad al comisario inspector?
Luis Echeverría – En realidad acaba de desaparecer – La mujer se
queda en la entrada en silencio observando la cara desencajada de todos.
Sr. Levi – Clemente Isaías Levi, mucho gusto. Creemos que el inspector
ha desaparecido como parte de una trama intrigante para asesinar a alguien en
este camarote.
Etelvina Fernández – Oh bien, no esperaba eso... Etelvina Fernández de
Iriarte, Etel para abreviar – Extendiendo la mano al Sr. Levi.
Sr. Levi – Mucho gusto Etel, esta es mi hija Sara.
Sara – Encantada, Madame.
Luis Echeverría – Luis Echeverría, señora – Un movimiento de cabeza –
Pero pase por favor... Aunque pensándolo bien eso la convertiría en una victima
potencial.
Etelvina Fernández – Yo ya he dejado de victimizarme hace tiempo joven –
Luis la mira con desconcierto.
Luis Echeverría – Bueno... Sí, lo
que usted diga – La señora Fernández se sienta y con sonriente liviandad
mira al resto.
Etelvina Fernández – Así que un asesinato... ¿Eso en qué posición deja a
mi personaje?
Sr. Levi – Aparentemente, estimada señora...
Etelvina Fernández – Etel por favor, Etel para abreviar – Interrumpe.
Sr. Levi – Claro, claro. Le decía Etel que esta historia va
tomando ribetes indescifrables, ni siquiera hemos podido encontrar un personaje
principal. Aunque atento a la trama presente, parecería que todos aquí en
alguna medida tendríamos un protagonismo, aunque no significativo, necesario.
Sara – ¿Y por qué está usted aquí Etel? Cualquier dato nos
ayudaría.
Etelvina Fernández – En realidad estoy en un viaje de placer con mi
esposo.
Luis Echeverría – ¡Su esposo! Pero ya no hay cabida para más
personajes.
Etelvina Fernández – Bueno, bueno muchacho, no se exalte. Si le
consuela, sabrá que él ha desaparecido –
La señora Iriarte gimotea.
Sara – Será insensible, señor Echeverría – Se acerca a la señora Fernández y le ofrece
su pañuelo – Tome querida no se preocupe, seguramente no es nada.
Etelvina Fernández – Estábamos en el carro comedor con Amador, porque
ese es su nombre, luego fue hasta el baño y nunca regresó – Lloriquea. Luis palmea su hombro en sentido
indulgente – Gracias muchacho. Así que pregunté
y me dijeron que había un comisario inspector en este vagón, pero parece
que todo el mundo desaparece en el tren.
Inspector Argaña – Disculpen ... – Todos quedan impresionados ante su
súbita aparición.
Sr. Levi – ¡Inspector! ¿Dónde se había ido, por Dios?
Inspector Argaña – Fui a revisar el pasillo. Me pareció que era
adecuado acentuar la incertidumbre en ese momento de la narración.
Luis Echeverría – De eso no cabe duda. Le presento a la señora
Fernández de Iriarte. Su marido ha desaparecido.
Etelvina Fernández – Puede llamarme Etel, para abreviar sabe – Una
gentil sonrisa.
Inspector Argaña - ¿Cómo que ha desaparecido? ¿Cuántos personajes son?
Sr Levi – El marido de la señora... De Etel, sólo es un
personaje de mención, en realidad no va aparecer.
Etelvina Fernández – ¡Qué está
diciendo! – Etelvina se consterna ante los dichos.
Sara – Cálmese Etel, lo que mi padre quiere decir es que su
esposo no va sumarse como personaje activo, sólo es un personaje de mención
argumental.
Inspector Argaña – Pues yo ya no entiendo nada – Atina a sentarse y
levanta el paquete que está junto al joven Echeverría – Por qué no pone esto en
el maletero así no estorba.
Luis Echeverría – Como quiera, pero ese paquete no es mío – El Inspector
mira al Sr. Levi.
Sr. Levi – Nuestro tampoco inspector – Luis se detiene con la
puertita del maletero a medio abrir.
Luis Echeverría – Al comenzar el relato ya estaba ahí.
Etelvina Fernández – Tal vez sea una pista.
Sr Levi – Podría tratarse sólo de una treta para promover el
ritmo de la narración – Sara lo observa.
Sara – A mí me parece un simple paquetito. Por qué no lo
abren y ya – Luis suelta la puerta del maletero sin terminar de abrirlo y le da
el paquete al inspector.
Luis Echeverría – Ella tiene razón. Ábralo inspector, las cosas no
pueden resultar más confusas – El inspector toma el paquete y lo desenvuelve. Es
una caja, dentro un sobre cerrado con un mensaje en el dorso.
Etelvina Fernández – ¿Qué dice la carta inspector?
Inspector Argaña – Dice: “ Dentro de este sobre se haya el desenlace
de la historia y el nombre de la persona que será asesinada en ella” – El
inspector queda observándolos a todo esperando una reacción.
Sr. Levi – Bueno... eso sí complica las cosas – Se queda
cavilando un momento – Lo mejor será prevenirnos entonces.
Luis Echeverría – No, no lo abran. Si no lo abren nadie morirá – Se
exalta con el descubrimiento de una idea.
Sara – No entiendo que quiere decir.
Luis Echeverría – Si la abrimos y
figura alguno de nuestros nombres tendrá que haber obligadamente un
crimen. Pero... – Poniéndose solemne –
Si no lo abrimos, el autor se queda sin el recurso principal para una
resolución.
Etelvina Fernández – ¿Y mi esposo? ¿Qué será de él?
Inspector Argaña – Ella tiene razón ¿Qué hay de su marido? ¿Y la nota
en la delegación? No tiene el menor sentido.
Luis Echeverría – No lo entienden. Todo es una farsa. Si alguno de
nosotros debiera morir, yo no diría esto. Nos han querido despistar del
verdadero desenlace. Porque nosotros hemos tenido siempre la posibilidad de
decidir.
Sara – Te das cuenta papá... él es el protagonista – Reniega disidente por
el reparto de roles – Lo sospeché, los callados siempre terminan descubriendo
los misterios.
Sr. Levi – Pero Sarita, ya déjate de esas tonterías que aquí
estamos resolviéndonos entre la vida y la muerte.
Etelvina Fernández – ¿Y mi
marido? ¿No va aparecer antes del desenlace?
Luis Echeverría – Lo siento Etel – Ella sonríe resignada.
Inspector Argaña – Entonces todo ha sido una excusa para traernos
hasta esta situación. No habrá crimen alguno.
Luis Echeverría – Yo no dije que no haya crimen, sólo digo que no
tenemos que ser los personajes afectados.
Sr. Levi – ¿Qué sugiere que hagamos con el sobre, muchacho?
Luis Echeverría - Dejarlo allí
donde estaba hasta concluir nuestro viaje. Con seguridad ya se debe estar
resolviendo forzadamente otro final para la historia, uno que no incluya el
asesinato de alguno de nosotros.
Sr. Levi – Entonces... hasta llegar.
Inspector Argaña – O hasta que el muerto aparezca.
Sara – Que cosas dice inspector – Una carcajada general.
Desenlace
Un joven autor redacta el
final de una historia sobre un tren que nunca se detendrá, junto a él una caja
donde después piensa colocar un sobre. En la hoja donde escribe se lee: “El
autor ya ha decidido la paradoja como única alternativa, aunque la condena de
sus actores a un viaje eterno, lo condene a él mismo como protagonista.
Entonces, un joven autor redacta el final de una historia sobre un tren que
nunca se detendrá, junto a él una caja donde después piensa colocar un sobre.
Luego, un camarote aún sin pasajeros y un mensaje intrigante. La presencia de
un asesino escabulléndose en las sombras y el letargo natural de la víctima
resignada al desenlace. El brillo metálico de una navaja y, finalmente, un
homicidio.
En un compartimiento de tren,
en algún lugar entre sus destinos y el comienzo de un cuento, cinco personajes
resuelven un misterio. Próximo a ellos, un maletero, y en él, el sonriente
cadáver de un escritor. ”
FIN
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