PRESENTACIÓN

PRESENTACIÓN
Correr hacia el entramado subrepticio y ahondar. Urdir en la caladura profunda de las ventanas, coronar los tejados, conquistar las cornisas y diletar en los asfaltos. Entregar, ceder las vísceras, los sentidos y andar en auto, gemir en auto, chorrear intestinas causas motoras hacia un mismo lecho y no frenar. Mirar los rostros, el trazo, el vértice y desfigurar ubicuas las curvas. Inspirar el hedor, el solitario laberinto, el silencio fétido y los alcantarillados. Brotar en un río de estiércol, ungir de mierda las veredas y descreer de los zapatos. Marchar al cruce aglomerado y repentino de las esquinas y aguardar… amarillo… verde… la noche.

CONTENIDO POR TEMA

La monotonía del tiempo



No sé cuando entró por primera vez. En realidad, definir algo como “la primera vez” se hace insustancial dadas las circunstancias. Como sea, ahí viene. Parecerá extraño, pero  hasta he desarrollado cierto sentido premonitorio de su arribo.


- Buenas tardes – Dice un Hombre de sombrero gris y traje, mientras entra al negocio.
- Buenas – Contesta El Empleado con simpatía improvisada – ¿En qué puedo ayudarlo, busca alguna pieza en particular?
- No, sólo necesito un clavo o un tornillo, no sé que sea conveniente para colocar un cuadro.
- Eso dependerá de qué esté hecha su pared y del tamaño del cuadro.
- ¡Oh!, bien, el cuadro no es muy grande, es este mismo que usted ve aquí – Y apoya un cuadro poco más grande que una carpeta sobre el mostrador. Su marco deslucido no se condice con el esplendor del óleo.
- No parece ser muy pesado, de cualquier forma le recomiendo usar tornillos, es el modo más prolijo. Este es el largo adecuado. Y debe introducir este mandril antes de colocar el tornillo.
- Muchas gracias. ¿Cuánto le debo por todo? – El Hombre saca su billetera y recoge su sombrero.
- No se moleste. No es nada.
- Pero por favor, cómo no va a ser nada.
- Insisto – Y en un gesto simpático El Empleado logra convence al Hombre, luego este se marcha con su pequeño paquetito y el cuadro de brillantes óleos. El Empleado se queda en el  mostrador mirando hacia la calle, su muñeca sostiene el mentón mientras sus ojos se pierden en vista infinita.


En ocasiones me fijo en detalles que no había notado. Ahora ciertamente escasean los detalles desatendidos. Entonces, imagino la calle del otro lado de la vidriera, el rostro de los paseantes, cosas como un parquímetro, un envoltorio de chocolate arrastrado por una corriente de agua sucia hacia un resumidero, las medias a cuadros de  una señora mal vestida y las trenzas con cintas de una niña rubia que observa el escaparate junto a su madre. Sí, en ocasiones creo haber vivido esas experiencias, que verdaderamente existe el chocolate, que es algo dulce y que yo he sentido la sensación de dulzura. Que el agua es algo líquido y que yo he comprobado por propia experiencia en donde radica  la diferencia entre los estados de la materia. Que hay más personas que yo y el Hombre del cuadro, que mi memoria y lo que recuerdo del mundo allá afuera son un acumulo de hechos que he vivido y no el simple producto de mi imaginación.


- Buenas tardes  – Un Hombre entra al negocio sacándose el sombrero.  
- Buenas. ¿En qué puedo ayudarlo, busca alguna pieza en particular?
- No, sólo necesito un clavo o un tornillo, no sé bien que sea necesario para colocar un cuadro – El Hombre deposita su sombrero en el mostrador con ánimo distendido.
- Eso dependerá de qué esté hecha su pared y del tamaño del cuadro – Dice El Empleado.
- ¡Oh!, bien, el cuadro no es muy grande, es este mismo que usted ve aquí – La imagen del  cuadro ha cambiado, representa otra escena.
- No parece ser muy pesado, de cualquier forma le recomiendo usar tornillos, es el modo más prolijo. Este es el largo adecuado – El Empleado alza las piezas visiblemente y representa la maniobra –  Y debe introducir este mandril antes de colocar el tornillo.
- Muchas gracias. ¿Cuánto le debo por todo?
- No se moleste. No es nada – Con actitud cordial.
- Pero por favor, cómo no va a ser nada – Una obligada desconfianza de cortesía.
- Insisto – Sin decir una palabra más, el Hombre asiente con la cabeza y levanta su sombrero en gesto de agradecimiento. Luego se marcha.


En realidad lo que siempre me ha intrigado ha sido ese maldito cuadro. Y digo siempre en el sentido relativo que tiene todo. Porque aquí “siempre” se refiere a la espera, a la llegada, al desarrollo y a la
despedida, que  son los momentos de los cuales consta mi existencia. Entonces al pensar en un hecho anterior a “siempre”  imagino algo que he llamado niñez, familia, amigos y un sin fin de conceptos capaces de organizar una realidad bajo parámetros totalmente diferentes a los que obran sobre mí. Lo que me consterna, decía, es ese cuadro, el hecho de que cambie su imagen es un misterio al cual no puedo atender  basado en las reglas ordinarias de la naturaleza, es una fluctuación antinatural de las cosas que he dado en llamar “milagro”. Aparentemente respondería a un hecho no fortuito ajustado a un designio superior, algo así como una inteligencia subyacente en el cosmos; que ama a todas sus criaturas por igual,  a ese ente le he dado el nombre de  “Narrador”.


- Buenas tardes  – Un Hombre gris.  
- Buenas. ¿En qué puedo ayudarlo, busca alguna pieza en particular?
- No, sólo necesito un clavo o un tornillo, no sé bien que sea necesario para colocar un cuadro –  Se acerca al mostrador.  
- Eso dependerá de qué esté hecha su pared y del tamaño del cuadro.
- ¡Oh!, bien, el cuadro no es muy grande, es este mismo que usted ve aquí – Otra escena en el cuadro.
- No parece ser muy pesado, de cualquier forma le recomiendo usar tornillos, es el modo más prolijo. Este es el largo adecuado. Y debe introducir este mandril antes de colocar el tornillo.
- Muchas gracias. ¿Cuánto le debo por todo?
- No se moleste. No es nada.
- Pero por favor, cómo no va a ser nada.
- Insisto – Luego de marcharse el Hombre de sombrero, El Empleado se apoya en el mostrador con su gesto perpetuo.


Cuando pienso en esos conceptos de familia y niñez, gente distinta a mí, en fin, cosas más allá de esta existencia, nace otra idea interesante, un tiempo continuo, un universo donde el tiempo sea movimiento, qué extraordinario, tener conciencia del tiempo porque las cosas ya no ocupan el mismo lugar sino que se han movido, un instante se distingue de otro porque en el primero un objeto ocupa una ubicación y en el instante siguiente otra. Sí, verdaderamente extraordinario. Pero aquí no, todo vuelve a ocupar su posición una y otra vez,  aquí el tiempo es fluidez de  pensamiento, si no hubiera una constante transformación de mis ideas nunca sabría  que el tiempo a transcurrido, ni entendería mi existencia de espera, llegada, desarrollo y despedida.


- Buenas tardes.  
- Buenas. ¿En qué puedo ayudarlo, busca alguna pieza en particular?
- No, sólo necesito un clavo o un tornillo, no sé bien que sea necesario para colocar un cuadro.
- Eso dependerá de qué esté hecha su pared y del tamaño del cuadro.
- ¡Oh!, bien, el cuadro no es muy grande, es este mismo que usted ve aquí.
- No parece ser muy pesado, de cualquier forma le recomiendo usar tornillos, es el modo más prolijo. Este es el largo adecuado. Y debe introducir este mandril antes de colocar el tornillo.
- Muchas gracias. ¿Cuánto le debo por todo?
- No se moleste. No es nada.
- Pero por favor, cómo no va a ser nada.
- Insisto – El Empleado observa al Hombre marcharse.


Siempre pensé que la vida debería ser otra cosa, después me acostumbré al Hombre de traje gris y a su sombrero. Hace mucho dejé de sorprenderme del milagro del cuadro y el tiempo se ha vuelto monótono de ideas repetidas y gastadas.


- Buenas tardes.  
- Buenas. ¿En qué puedo ayudarlo, busca alguna pieza en particular?
- No, sólo necesito un clavo o un tornillo, no sé bien que sea necesario para colocar un cuadro.
- Eso dependerá de qué esté hecha su pared y del tamaño del cuadro.
- ¡Oh!, bien, el cuadro no es muy grande, es este mismo que usted ve aquí.
- No parece ser muy pesado, de cualquier forma le recomiendo usar tornillos, es el modo más prolijo. Este es el largo adecuado. Y debe introducir este mandril antes de colocar el tornillo.
- Muchas gracias. ¿Cuánto le debo por todo?
- No se moleste. No es nada.
- Pero por favor, cómo no va a ser nada.
- Insisto – El Hombre se va.


Por eso yo creo en la vida después de la vida, o lo que es lo mismo, algo que he dado en llamar “muerte”. Es un concepto algo difuso, aplicable a otra realidad pero no pierdo las esperanzas de que el “Narrador” lo haya pensado como alternativa. Aquí no tengo la certeza de la muerte, no hay ninguna referencia que me diga que esto va acabar en algún momento.


- Buenas tardes.  
- Buenas. ¿En qué puedo ayudarlo, busca alguna pieza en particular?
- No, sólo necesito un clavo o un tornillo, no sé bien que sea necesario para colocar un cuadro.
- Eso dependerá de qué esté hecha su pared y del tamaño del cuadro.
- ¡Oh!, bien, el cuadro no es muy grande, es este mismo que usted ve aquí.
- No parece ser muy pesado, de cualquier forma le recomiendo usar tornillos, es el modo más prolijo. Este es el largo adecuado. Y debe introducir este mandril antes de colocar el tornillo.
- Muchas gracias. ¿Cuánto le debo por todo?
- No se moleste. No es nada.
- Pero por favor, cómo no va a ser nada.
- Insisto.


Bueno. Deberé aceptar esta existencia. ¿Y si pensara una y otra vez lo mismo? ¿Caería en una paradoja? Supongo que...


- Disculpe Caballero – Un Hombre de sombrero con un cuadro en la mano.
- ¿Qué fue lo que dijo? – El Empleado se queda estupefacto y cae fulminado. Ha muerto.
- ¡Lo mató! ¡El Narrador al fin lo mató! ¡Él me ama más a mí! – El Hombre de gris se dirige hacia afuera exultante de alegría dejando caer el sombrero y el cuadro – Sabía que había más, más que entrar por esa puerta una, otra, otra y otra vez... – El Hombre de gris baila por las calles, es un día radiante y espléndido, hay una niña con cintas en sus cabellos y alguien poniéndole monedas a un parquímetro.

  

FIN                                       



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