PRESENTACIÓN

PRESENTACIÓN
Correr hacia el entramado subrepticio y ahondar. Urdir en la caladura profunda de las ventanas, coronar los tejados, conquistar las cornisas y diletar en los asfaltos. Entregar, ceder las vísceras, los sentidos y andar en auto, gemir en auto, chorrear intestinas causas motoras hacia un mismo lecho y no frenar. Mirar los rostros, el trazo, el vértice y desfigurar ubicuas las curvas. Inspirar el hedor, el solitario laberinto, el silencio fétido y los alcantarillados. Brotar en un río de estiércol, ungir de mierda las veredas y descreer de los zapatos. Marchar al cruce aglomerado y repentino de las esquinas y aguardar… amarillo… verde… la noche.

CONTENIDO POR TEMA

Reptiles y monos en la cabeza.


Recuerdo tener el suplemento cultural en mis manos. La primera reflexión que leí fue acerca del miedo y su naturaleza, hablaba sobre el desarrollo embrionario y de cómo ese desarrollo emulaba, en cierta medida, los estadios evolutivos por los cuales han atravesado los vertebrados hasta llegar a ser homínidos. Cabe decir que se trataba de una reflexión interesante desde lo psico-social, pues inspiraba, en primera instancia, una metáfora sobre las representaciones simbólicas del miedo, a razón de un ancestral temor a la depredación que ha ido tomando distintas formas a lo largo del proceso de socialización. Entonces, en el presente y según esta idea, las aprehensiones han seguido caminos menos concretos y más culturales a medida que los riesgos de ser devorados por “las bestias” han desaparecido.

Pensé en salir e ir a la casa de Irma. No tengo bien presente cual fue la motivación inicial de aquel paseo... si, si la tengo, fue el cuerpo de Irma. Diría que todas las justificaciones acaban inevitablemente en su pubis. Sin pretender ser lascivo, afirmaría que todos quienes la conocen tan íntimamente como yo concluirían la misma certeza. 

Unos colmillos cónicos, acerados en sus puntas, en doble hilera desde la raíz del maxilar. Pupilas elípticas y agudas escudriñando la vera de un río.

- ¿Qué miras en la Tele?
- Algo aburrido... mmm, creo que un documental de África.
- ¿Y desde cuándo ves esas cosas?
- Cuando empezaste a venir seguido.
- ¿Así que te estás volviendo inteligente por mí?
- No, más animal.

La observé durante unos segundos, tres o cuatro, entonces le di una bofetada.

- A ver ese animal, sácalo... sácalo, a ver qué pasa.
- Eres un infeliz.
- ¿Y tú mi mascota?   

Ella echó  a reír a carcajadas y después de la sorpresa yo también lo hice.

- ¡Bésame! – Me dijo. Entonces la tome por el cabello forzándola a esperar contenida que cayera algún beso mío sobre su boca, pero no la bese.  Mordí su cuello y la arrastre del brazo hasta la cama.

La segunda reflexión fue propia. Claro que tenía que ver con la primera, con las bestias que ya no rondan y en su metamorfosis incorpórea. Pero sobre todo en la presencia que aún mantienen. Me preguntaba cómo aquello que se transforma en idea, pasa finalmente a formar parte de quien la concibe. Por cada  triunfo obtenido sobre la naturaleza, debía cargar en consecuencia un nuevo monstruo enjaulado, esperando encontrar la forma de manifestarse.

 Cuando la tuve sobre la cama la miré fijamente, aterido.

 - ¿Qué ocurre mi amor? – Me dijo levantándose la falda... su pubis. Sonreí. Me atravesó un escalofrío medular y la abofeteé nuevamente.
-¡Imbécil! – Su labio sangraba. La solté y corrí hacia la puerta, creo que me siguió porque después de un portazo escuche insultos y otro portazo más. 

Un cuerpo cubierto de placas escamosas córneas y duras en forma de escudos, una cola comprimida lateralmente y el hocico, corto y ancho. Luego un  pequeño mono sediento a orillas de un río. En el momento que se alzan decena de dientes desde el lecho turbio, el pequeño mono huye.  

Pienso en ir a casa de Irma. No tengo bien presente que me motiva... ¡Maldita sea!... Espero que siga siendo su cuerpo.  

FIN

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